lunes, 4 de agosto de 2008

Empaquetando


Desde hace días llevo haciendo oídos sordos a reclamaciones intensas de que retomara este blog y me pusiera a contar cosas de nuevo después de mucho, mucho tiempo. Me he resistido lo mejor que he podido, pero no lo suficiente, y hete aquí que de nuevo me encuentro ante Uds.

Hay una razón poderosa para llegar de nuevo a casa. En menos de una semana parto para las Américas, como sabéis. Es un viaje, es una experiencia que me hace una gran ilusión, la verdad. Aspiro y confío en extraer de ella todo el meollo. Nunca he estado en ese país, y conforme se acerca la fecha más ganas tengo de patearlo. Las películas de Hollywood hacen mucho en este sentido, y ya me imagino en una furgoneta destartalada por la ruta 66, parando en moteles infectos y en bares de carretera repletos de fans del KKK.

La ilusión me está ocultando de alguna manera el hecho de que, en efecto, me voy, y que dejo algo aquí. Dejo mucho. Como escribía hace unas cuantas semanas aquí mismo, soy una persona enormemente afortunada de tener cerca a personas de extraordinaria valía y a las que siento un cariño muy muy especial. No me van a poder acompañar en esta nueva etapa, ¡Qué bonito sería ir todos para allá! Pero saben que cuentan conmigo, que les espero con las puertas abiertas del piso que aún no he alquilado. De hecho ya sueño despierto con sacarles de paseo por NYC, enseñarles rincones que yo haya podido explorar, y agarrar esa furgoneta y ¡carretera y manta! "On the road..." que diría Kerouac.

Allí les espero!